Descarbonalización de los edificios.

descarbonización de edificios

Ya a finales de 2018, Bruselas fijó el fin de la era de los combustibles fósiles en Europa para 2050, medida la cual afecta también a España. Además, podemos leer titulares sobre la mala calidad del aire, las muertes provocadas por estas condiciones y los millones de euros que son gastados anualmente en sanidad por culpa de la contaminación.

¿Qué papel juega la arquitectura en este contexto?

Tras los numerosos análisis emitidos por el Ministerio para la Transición Ecológica sobre emisiones dentro de los distintos sectores, el transporte se lleva la primera posición (48%) y la edificación es causante del 15%. Cuando hacemos referencia a la edificación, no nos estamos refiriendo a aquellas emisiones que son emitidas con el consumo de energías en fase de uso y a las derivadas del transporte de los materiales, usos de gases fluorados, residuos y la propia fabricación de los materiales. 

Si consideramos el gasto energético del uso de los edificios, más los costes energéticos en la construcción, uso de gases fluorados, residuos y transporte de materiales, podríamos llegar a un 56% de las emisiones del CO2 y otros gases. 

Con estos datos no podemos dejar pasar la descarbonización de los edificios. Desde El País proponen cuatro medidas fundamentales para conseguir la descarbonalización en 2050:

  • Eficiencia energética. Los edificios nuevos deben participar de la máxima eficiencia energética, superar la calificación A y llegar al estándar de ‘Passivhaus’. Debemos tener en cuenta que existe una previsión de construir cerca de 120.000 viviendas nuevas al año y la necesidad de rehabilitar nuestro actual parque edificatorio.
  • Electrificación. Las instalaciones de un edificio ya pueden ser 100% eléctricas. El uso de la bomba de calor (calor y frío) y el vehículo eléctrico, son los últimos consumidores que se han incorporado al sistema eléctrico de un edificio. Generan importantes ahorros de consumo y consiguen eliminar otras fuentes de energía (gas) 
  • Producción 100% renovable. Cualquier edificio nos ofrece la posibilidad de aprovechar los recursos naturales de su entorno para generar energía renovable. En el tejado, podemos aprovechar la radiación solar para generar electricidad con paneles fotovoltaicos: se reduce así la incidencia del sol y además consigue mayor grado de sombra durante el verano. Con la aerotermia podemos extraer calor o frío del aire, y con la geotermia conseguimos extraer frío-calor del terreno. 

La generación de energía eléctrica en el edificio no solo consigue cubrir la demanda del mismo, sino que en muchos casos también crea excedentes de energía que podemos almacenar en baterías de litio, venderlos a la red eléctrica o compartirlos por blockchain.

  • Industrialización. La construcción genera una gran cantidad de residuos los cuales acaban en vertederos sin ser reciclados. Es necesaria pues una mejora en el sector de la construcción hacia sistemas constructivos que sean fácilmente montables y separables para introducir los materiales en otros procesos de economía circular. Con edificios industrializados construidos en madera con paneles contralaminados o estructura ligera de madera podemos llegar a reducir en grandes cantidades la emisión de CO2 y además contribuir al reciclaje del 80% del edificio.

Los edificios que sean muy eficientes casi no gastarán energía y la podrán producir ellos mismos o contratarla a comercializadoras 100% renovables. 

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